¿Por qué el COVID-19 es mortal?

¿Por qué el COVID-19 es mortal?

El COVID-19 pertenece a la familia de los coronavirus, siendo este el más reciente y conocido por su nombre científico como SARS-CoV-2. Lo que lo hace diferente a los anteriores son elementos simples, el virus por sí sólo no es tan mortal, pero en su acción influyen factores como el sistema inmunológico del infectado, condiciones climáticas, desinformación y mezcla de tratamientos que resultan contraproducentes.

Al inicio del brote, los casos en que el COVID-19 terminó siendo mortal se presentaban en personas mayores o en jóvenes que arrastraban patologías o eran genéticamente más vulnerables. También influyen los hábitos alimenticios o vicios que afectan a los pulmones, tornándose más fácil para el virus esparcirse y complicando al sistema inmunitario para lidiar con el mismo. En otras personas, los síntomas pueden ser leves o incluso extraños, como la pérdida del olfato y el gusto o, por otra parte pueden presentarse asíntomáticos, que al parecer, representa un gran porcentaje de los contagios.

Su nivel de mortalidad es sólo del 1% y esto, por supuesto, varía en algunos países según el trato que se le dé, así como los protocolos de higiene empleados para evitar su esparcimiento. En China, la tasa de mortalidad alcanzó un 2,3% siendo la más alta registrada, sin embargo, hay que tener en cuenta que allí fue donde se inició el brote, por lo que el desconocimiento jugó un papel importante. Además del colapso en el sistema sanitario, dejando casos sin poder tratarse a tiempo de la forma correcta, pues aún hay detalles que no se han logrado determinar con exactitud.

Nueva mutación

Al ser el COVID-19 el más reciente de todos, todavía hay mucho desconocimiento en cuánto a su comportamiento, este puede resultar incluso asintomático para muchas personas, quienes, sin saberlo, pueden ir por ahí contagiando a otros que sí podrían verse realmente afectados. Ese sería la característica más delicada del virus, en comparación con el MERS-CoV, el cual daba a las personas una alerta inmediata, con el COVID-19 eso no ocurre, y ya hemos visto los resultados de ello.

También hay personas que repiten o después de un mes de haber superado los síntomas continúan dando positivo en los exámenes. Es alarmante porque ¿Por cuánto tiempo debe continuar aislado alguien que tenga el virus? Puede que la persona ya esté inmune, pero quienes lo rodean no.

El contagio por COVID-19 comienza por partículas o gotas de fluidos expelidos por una persona infectada, al entrar en contacto con el humano, de inmediato empieza a reproducirse velozmente. El virus ataca directamente las células ACE2 que regulan la presión sanguínea, entonces, una vez unidas, se crea un canal propicio para la circulación y estadía del virus. Estas células afectadas se conocen como neumocitos y ayudan a que los pulmones segreguen una sustancia que permite el paso de aire de forma adecuada, manteniendo la garganta cubierta.

Lo que pasa al momento de que el virus se instala, es que el sistema inmunológico comienza a trabajar en pro de cubrir los tejidos pulmonares en su mecanismo de defensa por combatirlo, atacando incluso las células buenas e incrementando la infección. Por eso, los casos varían de persona a persona, pues cada cuerpo es distinto y todos los sistemas inmunológicos no trabajan de la misma manera o están preparados para hacerlo de la mejor forma posible. En los casos más graves, comienza el reto de oxigenar la sangre correctamente para que el cuerpo se mantenga firme, las consecuencias en cada individuo son distintas, es por ello que en este arduo camino algunos no logran avanzar.

¿Por qué el COVID-19 es mortal?

Combinación de medicinas inadecuadas

Siguiendo un poco con lo incierto del comportamiento del virus, además de la poca información que se tiene de él, se hace difícil determinar un tratamiento correcto. Se dice que la enfermedad avanza a través del sistema inmunitario, pero la verdad es que aún no se tiene certeza de que la afectación en las personas se dé más por el virus que por la acción del sistema. Es por ello que se trabaja a diario para conseguir la combinación ideal de medicamentos o una vacuna efectiva, pero sabemos que no es así de sencillo. Son constantes las pruebas que se están realizando, pero lanzar un medicamento o vacuna no es algo que se haga sin antes estar 100% seguros, son períodos de pruebas largos y tediosos, pues el uso de cualquier medicina es de cuidado.

Ni siquiera la OMS responde actualmente a recomendaciones sobre medicamentos ya existentes, porque puede que ataquen una parte del virus, pero afecten al organismo. Con el debido cuidado, los que han resultado medianamente efectivo son los antivirales, reguladores del sistema inmunológico y anticuerpos. Seguido de los cuidados habituales para tratar otras enfermedades pulmonares, como descanso y abundante líquido.

La búsqueda de una vacuna y otros detalles

Desde el inicio de la pandemia, los expertos se han encaminado en buscar una cura, a través de una vacuna que ayude a prevenir el virus o un tratamiento efectivo para acabar con los pacientes infectados. Pero en el proceso también se ha visto a médicos haciendo maniobras para lidiar con la situación y actuando a partir de avances fugaces, poniendo todo a prueba. Esto, más allá del virus, es lo que realmente ha mantenido o elevado la tasa de mortalidad, el no contar con un tratamiento efectivo a la mano.

Además del pánico o estrés que se ha generado, ha sido un cúmulo de emociones, para el personal sanitario y para el resto de la población. El bombardeo de información, el temor a la incertidumbre presentada, seguido de un aislamiento inevitable, que ha conllevado otros problemas como desempleo y crisis económica y de prestación de servicios. Han sido repetidos cambios bruscos en un corto tiempo, que afectan directamente al sistema inmunológico, dejando a más de uno con los ánimos por el piso. A todas estas, es importante recordar que son más las personas recuperadas, el virus podría tumbarte o asustarte, pero la realidad es que la mayoría sale victorioso de este.

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